SEMINARIO DE SANTA MARÍA DE GUADALUPE PARA DIÓCESIS NECESITADAS DE SACERDOTES
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Homilia del domingo 23 del tiempo ordinario

Nuestro Señor Jesucristo nos ha advertido que el amor resume toda la ley y los profetas. Amar será cumplir todas las buenas leyes. Las buenas leyes no van contra el amor, son cultura de la vida. Las leyes malas contra el amor son cultura de muerte.
Como discípulos deJesucristo debemos sentir la responsabilidad de hacer el bien en la verdad; Él es la verdad y el camino y la vida para superar todo mal. Y debemos ayudar a otros a que hagan el bien y no el mal y así desterrar de nuestro mundo todo mal; ayudarles al encuentro con Jesucristo.

Por eso en el Evangelio de hoy (Mat. 18,15-20) nos recomienda Jesucristo para que lleguemos a ser Comunidad Eclesial, Familia Única de los hijos de Dios: la corrección fraterna y el orar reunidos  para que su presencia enmedio de nosotros nos acompañe.

La función profética que por bautizados participamos de Jesucristo Profeta, advierte al hombre del peligro de su mala conducta para que se convierta y viva; se realiza en nombre del Padre, en Persona de Jesucristo y a la luz y potencia del Espíritu Santo.

La Exhortación Apostólica, fruto de la petición de un Sínodo Universal de los Obispos al Papa dice como los mismos niños han de ser apóstoles de la catequesis, y el Papa Benedicto XVI ha llamado a los jóvenes centinelas de la mañana, anunciando que la noche está pasando y la mañana está encima, pues son los que dan fuerzas para esperar en medio de un mundo con tantos signos de derrota, porque la luz vence  las tinieblas (cfr. Jn. 1,5).

Todos atentos al encuentro con Jesucristo, unidos en la oración, iremos en comunión con Él a todos los hermanos, no con ideologías que nos dividen, sino con la Divina Saviduría revelada plenamente en Jesucristo, Dios verdadero de Dios verdadero, Verbo Eterno Encarnado, y ese Evangelio es el que debemos saber vivir y anunciar, para iluminar nuestras mentes y modelar los corazones para el ejercicio del amor auténtico, la justicia y la paz.

Abrámonos así a una sólida espiritualidad de comunión con Cristo Pastor y a la acción del Espíritu Santo con docilidad, para convertirnos en signo personal y atractivo de Cristo (cfr. aparecida 316). Las malas leyes nos retan a ser responsables, a optar con dominio de sí por el amor, a la cultura de la vida.
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